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Crisis de los mercadillos ambulantes

Como si de una secuela de una película de Rocky Balboa se tratara, los mercadillos no cesan de ser golpeados… aunque siempre vuelven a levantarse. Los paradistas se enfrentan a las reclamaciones de la Seguridad Social que, a través de las mutuas, no cesan de golpear duramente a muchas familias. A ello hay que añadir las continuas regularizaciones en las bases de cotización y cuotas que están produciendo verdaderos estragos a muchas otras familias. Si sumamos que las ventas en los mercadillos semanales no mejoran, entonces el futuro se cierne incierto.

Con este oscuro titular iniciaba la siguiente noticia la periodista Mónica Pérez en el Diari de Tarragona el pasado 23 abril, La crisis de los mercadillos en la Costa Daurada: «Ya no se puede vivir de esto». Si bien su texto se basa en los mercadillos de la Costa Daurada (Tarragona), su afirmación bien podría extenderse a la mayoría de mercadillos de España.

Mercat de Salou/ Fuente Diari de Tarragona

Reproducimos a continuación parte de la noticia del Diari de Tarragona:

Empieza la temporada turística y los marchantes lamentan que las ventas no remontan. Piden bajar tasas y retirar el género ilegal

«El invierno ha sido malo, la Semana Santa tampoco ha ido mejor y ahora hay mucha gente paseando pero muy pocas ventas», apunta Lluís Salvat, secretario de la Associació de Marxants de la Província de Tarragona, desde su puesto en el mercadillo de Cambrils.

La temporada turística ya arranca y el resto de marchantes coinciden en que el negocio está «bastante parado», ahí y en «toda la costa», y señalan una «lista interminable» de factores en contra: el comercio online, la proliferación de artículos de segunda mano que «se ofrecen en las paradas como nuevos y a precios bajos», el género falsificado que «no se persigue», las tasas altas o la falta de servicios.

Cambrils acaba de iniciar los trámites para prolongar las licencias de los paradistas de su mercadillo como una pieza «clave dentro del ecosistema comercial». El sector se reivindica como «patrimonio de las ciudades» donde trabaja. Pero avisa: «Ya no se puede vivir de esto». Y fija en una horquilla de «entre el 5 y el 10%» la caída anual de las ventas desde que la Covid lo golpeó.

«No continuaré demasiado. Me quedan cinco o seis años para jubilarme y ya veremos si aguanto. No sé si renovar la licencia», comenta Jesús Vázquez. La de este marchante es la situación de muchos, algunos de tercera generación, que cuentan los días para retirarse.

El paradista hace balance de la jornada y resuelve que paga «75 euros» por montar y ha logrado «unos 200» de caja, siendo dos personas. «Llegué a tener hasta cuatro trabajadores, pero ya no se puede. Esto no tiene futuro», dice.

«Hace tiempo, sí se vendía. Luego, vinieron mal dadas pero teníamos un colchón. Y ahora se acabó el colchón», cuenta un marchante que prefiere no aportar su nombre. Le queda un año y medio para los 65 y lo tiene claro: «No quiero que mi hijo me releve. Sobrevivir se ha vuelto complicadísimo».

El vendedor destaca la «función social» del mercadillo, que «cubre una capa de la sociedad sin un poder adquisitivo tan alto». Y lamenta que, en general en la provincia, «no se le protege como debería» frente a fenómenos como el top manta.

Mercat de Cambrils/ Fuente: Diari de Tarragona

Los marchantes hablan de «paradas okupas» que se ponen donde quedan huecos, de «falta de comprobación de que lo que se comercializa sea legal» y de los efectos del fast fashion. «Desde la pandemia, las ventas han caído en picado», asegura otro marchante que tampoco quiere hacer pública su identidad.

Pide «bajar tasas» en la demarcación y que «se hagan efectivos» servicios «básicos» como la limpieza. Y reclama «poder trabajar en festivo» porque «el año pasado se prohibió montar el 11 de septiembre».

Termina la noticia retomando un tema que se manejó años atrás, la sugerencia de algunos paradistas de montar un segundo día, algo que, claro está, no se baraja actualmente. Apenas un único comentario de un lector cierra el texto. El lector se ríe ante la ingenuidad de los que crean de verdad que los ayuntamientos bajen las tasas.

A pesar de todo lo descrito hay que destacar la tremenda capacidad de resiliencia de los marchantes, quienes una y otra vez se levantan literalmente, contra viento, lluvia, marea, tasas… y con la mejor disposición vuelven a montar sus paradas a la espera de un futuro más esperanzador.

Equipo MERCAFER

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