Supermercados y mercadillos de alimentos: ¿Por qué unos están abiertos y otros no?
Fuente: La Vanguardia
Se prohíben todos mercadillos ambulantes en el territorio valenciano, tanto los ordinarios como los extraordinarios, para evitar contagios por coronavirus. Así lo marca una instrucción de la Delegación del Gobierno en la Comunitat Valenciana del pasado 17 de marzo. Solo establece una excepción: “aquellos municipios que carecen de tiendas o establecimientos comerciales abiertos al público, permitiéndose la venta no sedentaria solo de productos y bienes de primera necesidad”.
Esta medida no ha sentado bien entre productores locales y defensores del comercio de proximidad, que no entienden por qué se permite que sigan abiertos los supermercados -con las masificaciones que se han visto- y no estos mercadillos, ni por qué no se les permite la venta obligando a seguir las recomendaciones sanitarias (metro y medio de distancia, guantes, mascarilla, uso de solución hidroalcohólica).
Además, choca frontalmente con una “nota informativa sobre la actividad comercial con relación al COVID-19” que publicó la Dirección General de Comercio, Artesanía y Consumo de la Generalitat Valenciana el pasado 13 de marzo. En ella se establecía que las medidas restrictivas de las actividades económicas a adoptar debían basarse en los principios de “necesidad, no discriminación y proporcionalidad”.
Concretamente, en el apartado de medidas “no discriminatorias” hacía una alusión directa a los mercadillos ambulantes: “Cerrar los mercados municipales o los mercados no sedentarios y, al mismo tiempo, permitir la apertura de tiendas físicas, es discriminatorio, y además, no tiene sentido si los productos que venden los diferentes establecimientos es equivalente. Toda diferencia de trato debe ser justificada”.
Además, choca frontalmente con una “nota informativa sobre la actividad comercial con relación al COVID-19” que publicó la Dirección General de Comercio, Artesanía y Consumo de la Generalitat Valenciana el pasado 13 de marzo. En ella se establecía que las medidas restrictivas de las actividades económicas a adoptar debían basarse en los principios de “necesidad, no discriminación y proporcionalidad”.
Concretamente, en el apartado de medidas “no discriminatorias” hacía una alusión directa a los mercadillos ambulantes: “Cerrar los mercados municipales o los mercados no sedentarios y, al mismo tiempo, permitir la apertura de tiendas físicas, es discriminatorio, y además, no tiene sentido si los productos que venden los diferentes establecimientos es equivalente. Toda diferencia de trato debe ser justificada”.
“Igual que se regula el límite acceso a los supermercados y llevar mascarillas o guantes, también se puede hacer lo mismo en los mercados no sedentarios para evitar aglomeraciones”, defiende. En este sentido, observa que “la gente ya se está quedando en casa” y “aunque se monte un mercado, no habría aglomeraciones”.
“Por supuesto, hablamos solo de montar la parte de alimentación, lo que supone una quinta parte de lo habitual, y tomando medidas de distanciamiento y de tipo higiénico”, añade.
Por su parte, la organización agraria La Unió de Llauradors reclama a las administraciones que “tengan en cuenta” el abastecimiento de producto fresco y de proximidad y “no crear situaciones de agravio comparativo a los productores agroalimentarios del país respecto a otros tipos de alimentos”.
“Es un contrasentido que no se ponga ningún impedimento a las compras en las grandes superficies o supermercados que concentran consumidores en instalaciones cerradas y que se prohíba que se celebre un mercado ambulante local en un pueblo en un espacio abierto”, denuncia su secretario general, Carles Peris.
“A ver si le pondremos pegas al hecho de que el agricultor local continúe vendiendo sus calabazas o cítricos en la plaza del pueblo y no a las naranjas de Egipto o a la judía de Marruecos en el super”, lamenta.
Fuentes de la Delegación del Gobierno han justificado a este diario la medida para evitar que “se desplacen personas de una localidad a otra” -como sería el caso de los vendedores- y para evitar “congregar a gente en la plaza del pueblo”. Creen que en estos espacios abiertos es “más difícil” de controlar la afluencia que en los comercios cerrados. “Si hay tiendas que garantizan la alimentación de las poblaciones, todo lo que sea gente juntándose… mejor que no se haga”.
Preguntado sobre este asunto el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, en su rueda de prensa de este miércoles, se ha limitado a decir que desde Comercio “se puede ir estudiando” la posibilidad de encontrar espacios para los puestos de venta ambulante, pero que, en cualquier caso, deben ir de la mano del cumplimiento de las medidas sanitarias.
Hace unos días, la Federación Intervegas pidió en un comunicado que se mantuviera la red de mercados locales, de abastos y el pequeño comercio agroalimentario de proximidad porque “son espacios de productos frescos de calidad”, “favorecen la sostenibilidad medioambiental y minimizan los residuos plásticos” y en ellos “se paga un precio justo al pequeño productor”.
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