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El sector de mercadillos agoniza tras dos meses de parón y el recorte del 75% de puestos

Fuente: LA VANGUARDIA

El decreto de estado de alarma para contener la Covid-19 ha conllevado la desaparición temporal de los mercadillos. EL ajetreo y la variopinta oferta inherentes a los mercados al aire libre fueron borrados de un plumazo del paisaje de pueblos y ciudades por el miedo a aglomeraciones que aceleraran los contagios. Dos meses después, la mayoría del sector sigue paralizado, inmerso en una situación económica agonizante, a la espera de que los ayuntamientos y la progresiva desescalada del coronavirus les permitan volver a operar.

“Los puestos de alimentación tenían que haberse mantenido por ser una actividad esencial, pero la línea general -a excepción de varios municipios de algunas comunidades- ha sido la suspensión de los mercadillos de manera total”, se queja Carlos Martí, coordinador general de la Unión Nacional de Empresas del Comercio Ambulante (UNECA). Para Alberto Chamorro, portavoz de la Asociación de Comerciantes Ambulantes de la Comunidad de Madrid, la medida fue “discriminatoria” porque mientras los mercadillos han dejado de celebrarse, grandes establecimientos de venta de productos básicos han seguido abiertos.


Situación crítica

Un sector castigado por la venta ‘online’ y las grandes superficies


Mayka Torralbo, coordinadora y portavoz de la Plataforma Estatal de Comerciantes Ambulantes expone que “la inmensa mayoría” de los cerca de 40.000 titulares de puestos censados -la mayor parte autónomos- está sufriendo “grandes pérdidas económicas”. El motivo es que en las actuales condiciones tienen que hacer frente a gastos como almacenes para el género -que también han costeado sin poder darle salida- , garajes de vehículos comerciales, además del mantenimiento de sus familias. “Esto sucede en un sector comercial muy castigado desde la crisis del 2008, la venta online y las grandes superficies”, precisa la plataforma, que pide al Gobierno que mantenga el cese extraordinario de actividad y la exención del pago de autónomos hasta que vuelva la normalidad.

Otro motivo de malestar para el sector es una orden ministerial que permite que tan sólo puedan abrir el 25% de los puestos en la fase 1 de la desescalada con una afluencia inferior a un tercio del aforo habitual. No obstante, si se aumento la superficie habilitada para los mercadillos, los ayuntamientos podrán autorizar un porcentaje mayor. “Los mercados son una unidad comercial y no tiene ningún sentido que abra en este momento sólo una pequeña parte”, comenta Carlos Martí. “La apertura de tan solo el 25% de puestos equivale a una semana de trabajo para nuestras empresas -que tienen entre dos y seis trabajadores a cargo- es inviable”, advierte Chamorro.


Estimación

Pérdida de 300 millones de ingresos en dos meses


UNECA calcula que en estos dos meses el sector ha perdido más de 300 millones de facturación. La situación está abocando a la bancarrota a muchas familias para las que las ventas en los mercadillos son su único modus vivendi. Según Martí, las ayudas son escasas y gran parte de los comerciantes deben subsistir con la prestación extraordinaria de cese de actividad que suele oscilar para los trabajadores por cuenta propia del sector entre 661 euros y 363 euros mensuales, dependiendo del porcentaje de cotización a la Seguridad Social. “Tenemos vendedores ambulantes que estos días deben ir a recoger alimentos a los servicios sociales de los ayuntamientos”, lamenta. Otro temor del sector es que haya puestos que no vuelvan a abrir por falta de liquidez.
Si la Comunidad de Madrid y sus ayuntamientos todavía no tienen fecha de reapertura para los mercadillos -ni siquiera para los de fruta y verdura-, en Catalunya la mayoría del medio millar de empresas de abastecimiento de alimentación del sector ha podido operar, según la Confederación Catalana de Asociación de Marchantes (Cocam). La misma fuente precisa, no obstante, que algunos ayuntamientos “lo prohibieron”, pero en la actualidad los mercadillos ya han regresado al 70% de pueblos y ciudades implementando medidas higiénicas y de seguridad.


Vuelta a la actividad progresiva

La norma limita al 25% las paradas habituales en la fase 1, salvo excepciones


Acorde con el plan del Gobierno, la Diputación de Barcelona recuerda a los ayuntamientos que deben delimitar la superficie del mercado, las fuerzas de seguridad deben controlar el aforo, garantizar una distancia de seguridad de dos metros entre personas, para lo que es necesario “realizar un aumento proporcional de la superficie del mercado”. Y en caso de que esto no sea posible, la norma limita al 25% las paradas habituales en la fase 1; al 33% en la fase 2, y a la mitad en la fase 3.
“Está demostrado que es más seguro comprar al aire libre que dentro de un recinto cerrado y, en cambio, nos existen más medidas de seguridad”, denuncia Antoni Puigvert, presidente de Asomercat, asociación que representa a 4.000 marchantes en Catalunya e integrada en la Cocam. Y añade: “A estas alturas aún hay muchos ayuntamientos que nos tienen cerrado el sector de alimentación”. A pesar de ello, la actividad se va retomando en algunas grandes ciudades, como Granollers, y en municipios como Sant Celoni, Lliçà d’Amunt y Les Franqueses lo han hecho esta semana o lo harán la que viene.


Protocolo

Problemas de espacio para ampliar la superficie de los mercadillos por la Covid-19


Ahora los esfuerzos del sector se centran en que la totalidad de puestos puedan volver a las calles -el 70% vende productos de equipamiento para la persona, no alimentarios, por lo que aún no ha podido abrir en su mayoría-. Para ello, desde Asomercat barajan la posibilidad de que se incremente el perímetro de los mercadillos. Pero desde la Cocam ven inviable la propuesta porque aseguran que en muchos lugares no hay suficiente espacio para todos. “Si queremos que el resto de marchantes pueda trabajar hay que introducir una serie de elementos de seguridad”, como mamparas y mostradores de separación y la obligatoriedad de utilizar guantes, mascarillas y geles desinfectantes, así como la prohibición para la clientela de tocar el género sin guantes de un solo uso.
“Hay que intentar reproducir la organización de las grandes superficies en el mercadillo, donde la gente entre por un sitio y salga por otro”, comenta Óscar Sierra, delegado de Comercio de la Diputación de Barcelona y alcalde de La Llagosta, municipio con un núcleo urbano de apenas un kilómetro cuadrado en el que viven 13.500 personas. El ayuntamiento ha ofrecido trasladar el mercadillo de una céntrica zona del pueblo a un descampado arenoso más alejado, una propuesta que ha disgustado a los marchantes. “No tenemos más espacio, el municipio es muy pequeño”, alega el alcalde.


Propuesta

El sector reclama medidas para garantizar su supervivencia


Desde Cocam exigen un plan de choque para un sector que definen como “precario” y “poco valorado”, a pesar de cumplir la función social de llevar mercancía a lugares con escaso tejido comercial. La confederación reclama la devolución de las tasas cobradas de los mercados hasta la normalización de su actividad, cancelación de todos los impuestos durante el estado de alarma y la aprobación de un plan específico de reactivación de los mercados que incluya una bajada de tasas, acciones de potenciación y dinamización y ayudas. En esta situación de asfixia económica que atraviesa el colectivo, concluyen que no se les puede dejar a su suerte.